“Hizo falta tanta sangre derramada para apagar tanta rebeldía”

APA PRENSA - Silvia Nassif es doctora en historia y ha investigado en los últimos diez años la historia reciente del movimiento obrero tucumano. Desde ese lugar, fue convocada para ser parte de los equipos de investigación que desarrollaron el informe recientemente dado a conocer sobre la “Responsabilidad empresarial en delitos de lesa humanidad: represión a trabajadores durante el terrorismo de Estado”. Sebastián Lorenzo Pisarello, redacción APA!












¿Cómo fue que la convocaron para participar de este informe?

Se convocaron distintos investigadores que tengan un recorrido y conozcan la temática. En mi caso particular, hace diez años vengo investigando el movimiento obrero en Tucumán, la historia de la Fotia, los levantamientos populares, la unidad entre el movimiento obrero y distintos sectores del pueblo. En este sentido, me incorporé al equipo para dar una perspectiva histórica, convocada por el área de Economía y Tecnología de la facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, a cargo de Victoria Basualdo.

¿Cómo viviste la convocatoria?

Para mí fue muy importante, porque en mi historia familiar y mi propio recorrido personal y profesional, la lucha por los derechos humanos, la memoria, la verdad y la justicia fueron una bandera muy importante. A pesar de esto, nos resultó duro enfrentarnos desde este nuevo lugar a investigar los archivos de lo sucedido en la dictadura, porque es chocarte de nuevo con acciones de una deshumanización muy grande contra el campo popular.

Sin embargo, creo que investigaciones así validan tantas horas de trabajo, porque sirven al pueblo. En la academia, no siempre tenemos la posibilidad de que nuestra labor tenga un impacto tan directo en la historia y presente del pueblo.

¿Cómo fue el proceso de investigación y cuánto tiempo llevó?

El resultado de este informe fue fruto de un importante esfuerzo colectivo desde las víctimas que brindaron sus testimonios, los que estuvieron en la mesa de coordinación del equipo, los investigadores, los bibliotecarios, los distintos especialistas,abogados, organismos de derechos humanos y ONG que fueron consultados ya que habían trabajado anteriormente sobre esta temática, etc. Las investigaciones llevaron más de un año y medio de trabajo. Como toda investigación, lo primero fue recopilar toda la bibliografía escrita sobre el tema. Por ejemplo en Tucumán, el estudio de la responsabilidad empresarial es muy escasa. Hay un artículo de Marcos Taire que aborda este tema. También el equipo pudo acceder a importantes entrevistas realizadas por el GIGET. Pero lamentablemente, en general para este período, no hay muchas investigaciones sobre el movimiento obrero. 

Sobre el período de 1974, ’75, hay como una negación de su rol protagónico en la historia provincial. Hay una reducción del rol del movimiento obrero en los levantamientos populares de finales de los ’60 y principios de los ’70. Después, está secundarizado su rol respecto a las organizaciones armadas o bien, cuando se analiza el período, se enfoca sólo en la represión. Y el movimiento obrero queda desplazado. Hay que decir que en el ’75, año del operativo independencia, hubo importantes luchas obreras. Con el descabezamiento de dirigencias muy importantes, recién pudieron intervenir la FOTIA el 24 de marzo de 1976. A pesar de la fuerte represión, del fuerte ataque al movimiento obrero, la resistencia obrera y popular fue tan tenaz que fue necesario un golpe de Estado para completar el plan. 

La información está muy dispersa. Sobre el movimiento obrero en general y el azucarero en particular, hay pocos datos. Por lo tanto, fue reconstruir eso.

¿Cómo se organizaron los informes?

Cada informe consta de cuatro ejes : uno, las características generales de la empresa (el proceso productivo); dos, el proceso de conflictividad que hay en cada fábrica. En Tucumán, por ejemplo, vimos que los estudios históricos eran más generales, sin abordar las especificidades. Estudiar cada empresa nos permitió contrarrestar ideas como que en el año ’75 no hubo luchas.

También fue importante reconstruir la historia previa, desde los años de inicio del ingenio para entender cómo se llega a las dictaduras del ’66 y del ’76. Eso nos mostró que desde sus inicios, el azucarero fue un sector combativo. Del ’73 se empiezan a recuperar los sindicatos en manos de sectores combativos. La FOTIA tenía una estructura constituida por sindicatos de base, que a su vez tenían sus propios cuerpos de delegados. Fueron importantes durante ese período los Congresos de Delegados seccionales en la FOTIA, en las que se tomaban decisiones relevantes como la paralización de la zafra como ocurrió en 1974. Precisamente, el proceso represivo va a descabezar esas instancias democráticas y de fuerte protagonismo de las bases como fueron los cuerpo de delegados. Fue necesario un golpe sangriento para desarmar esa organización.

El tercer eje fue el proceso represivo, donde pusimos el total de víctimas. Pudimos sistematizar cuántas son las víctimas de cada fábrica. Esto nos llevó mucho tiempo, porque hay mucha de esa información que no está en las listas generales de la Bicameral de Tucumán del año ’84-’85 pero que fue surgiendo a partir de los juicios de lesa humanidad que se desarrollaron en la provincia desde el 2008. Hay un enfoque interesante que aparece en el informe: preguntarse por los obreros, sus luchas y sus resistencia, para entender por qué el ensañamiento de la dictadura contra el sector. A este trabajo hay que entenderlo como una cuestión preliminar: no está cerrada la investigación y pueden haber más víctimas.

Se hizo hincapié en recuperar la historia de cada víctima y cómo fue la responsabilidad empresarial en su secuestro o desaparición o asesinato. Este fue el cuarto eje. Pensar cómo sin la empresa hubiese sido imposible llevar a cabo el delito contra estos trabajadores. Sin las camionetas, sin prestar sus instalaciones para que funcionen como Centro Clandestinos de Detención o sus propiedades para que se operativicen los secuestros, sin su silencio cómplice, no se hubiesen realizado los delitos contra los obreros como se hicieron.

¿Por qué se focalizó en dos ingenios? ¿Los demás no tuvieron responsabilidad o fue menor o quedará para otra investigación? 

Por supuesto, no todo el empresariado fue partícipe de la represión. Eso es lo primero que habría que aclarar. De hecho, uno de los primeros desaparecidos de la dictadura fue José Chebaia en la misma madrugada del 24 de marzo, quien había ejercido la presidencia de la Federación Económica de Tucumán. 

Después, para el informe, lo primero que hizo el equipo de investigación fue partir de la evidencia disponible, de lo que había sido investigado anteriormente. Por ejemplo, La Fronterita había sido mencionado en el informe de la Bicameral y también en el de la Conadep como uno de los lugares en donde había operado un Centro Clandestino de Detención. A partir de allí, se comenzó la investigación. Además, tomamos en cuanta la centralidad de los ingenios en la actividad económica provincial. El Concepción era y es el más importante de la provincia, a pesar de que en los últimos años cambiaron de dueño. Ocupa un lugar preponderante en la estructura productiva de Tucumán.

¿Cuál te parece que es la conclusión más importante de la responsabilidad empresarial en Tucumán?

Una de las cosas que se vieron en estos 25 empresas que se presentan en 22 informes, es que es insuficiente hablar de complicidad. La palabra más ajustada es responsabilidad. Y que las prácticas represivas en esos lugares son considerados delitos de lesa humanidad.

¿Por qué es insuficiente hablar de complicidad?

Porque hablar de complicidad es poner en un lugar secundario a un sector del empresariado. Hablamos de responsabilidad porque sin su participación, estos delitos no se podrían haber cometido. Hubo una alianza entre los sectores patronales y las fuerzas armadas para desarticular al movimiento obrero y poder avanzar en la implementación de un programa económico que avance contra las conquistas de los trabajadores, maximizando las ganancias privadas.

¿Qué característica tenía la clase obrera tucumana, principalmente la azucarera?

Lo primero que hay que tener en cuenta, es que tiene una gran tradición de lucha. El azúcar es una agro-industria que data de hace más de un siglo. Y se registran huelgas obreras desde 1901. En el ’49, hubo una histórica lucha de FOTIA, a pesar de que la mayoría de los obreros eran peronistas. En el ’59, otra huelga de la FOTIA de más de 40 días bajo el gobierno de Frondizi, que resulta triunfante. Ahí se destacan dirigentes muy combativos, como Benito Romano, que era secretario General de la FOTIA en ese entonces y actualmente continúa desaparecido. En el año ’65, hubo dirigentes obreros en los parlamentos, como Romano y Leandro Fote, que después sería parte del PRT y también sigue desaparecido. En el ’66, Tucumán sufre la primera invasión militar para efectuar el cierre e intervención de ingenios. Justamente, cuando llega Onganía y el ministro de Economía Salimei el 9 de julio del ’66 a Tucumán, quien los recibe es el genocida Antonio Bussi, en condición de jefe del regimiento 19. En ese año, no solo se cierran los ingenios, sino que se eliminan entre 40 y 50 mil puestos de trabajo en la agroindustria, que generaba al mismo tiempo un fuerte impacto en los pueblos que se organizaban alrededor de los ingenios. Además emigraron más de 200 mil tucumanos, entre un tercio y un cuarto de la población. Y fue la única provincia con saldo negativo en cuanto al crecimiento poblacional. Tucumán tenía en el ’68, un 13,5% de desocupación.

Durante todo este período, el movimiento obrero se organizó a través de la FOTIA, los comités Pro-Defensa de los ingenios, la coordinadora de ingenios cerrados y la CGT de los Argentinos. Habría que destacar que además de los obreros azucareros se destacaron en las luchas los obreros ferroviarios, los pequeños y medianos cañeros -nucleados en UCIT-, los estudiantes, los maestros -como fue el caso del presidente de ATEP, Isauro Arancibia, asesinado el 24 de marzo junto a su hermano-, los abogados de presos político como Julio Rodriguez Anido o Gerardo Pisarello -luego asesinado por la dictadura-, entre muchos otros… La lista es larga…

Una de las puebladas más importantes se produce en enero del ’67 en Bella Vista, donde la dictadura asesina a Hilda Guerrero de Molina en uno de los planes de lucha más importantes contra el cierre de los ingenios. Tucumán abonó al auge de lucha que se abrió en el ’69, con el Cordobazo. Está el levantamiento de Villa Quintero en abril del ’69, el importante acto obrero estudiantil el 8 de mayo de 1969, que culminó con barricadas en toda la ciudad de San Miguel de Tucumán. Luego están los levantamientos populares de noviembre de 1970 y el Quintazo de junio del ’72. Justamente, uno de los detonantes del tucumanazo del 70 había sido pelear por más becas para el comedor estudiantil. Después de 40 años del cierre de los comedores universitarios por parte de la dictadura de Videla, es una reparación histórica la reapertura del comedor en Filosofía y Letras de la UNT y es saldar de alguna manera una deuda contra todos esos estudiantes que en estos años lucharon por su reapertura.
A partir del ’73, con la vuelta de Perón, que era la principal influencia política de los obreros azucareros, se abre otra etapa en la cual se recuperan los sindicatos y la Federación en mano de direcciones más combativas. Se produce la histórica huelga del ’74 que paraliza la zafra dos semanas, se fortalecen los cuerpos de delegados y los congresos de seccionales en la FOTIA. Es la camada de Atilio Santillán, Romano, Fote, Bustos, Martín Décima, entre otros dirigentes azucareros históricos. Del ingenio Concepción está Miguel Soria, que estaba en la FOTIA, Zoilo Reyes. Villalba, de ese mismo ingenio, fue diputado provincial. En la Fronterita, estaba Jacobo Ortíz como uno de sus referentes. La lista de dirigentes combativos es larga y aquí solo mencionamos a algunos de ellos. Salvo Bustos, que fue secuestrado y luego de algunos años liberado, y Atilio Santillán que fue asesinado dos días antes del golpe de Estado todos se encuentran desaparecidos. Como queda de manifiesto en el informe ello significó la desaparición de una de las camadas más combativas de la clase obrera argentina.

En síntesis, un movimiento obrero organizado y combativo que requirió tanta sangre derramada para apagar tanta rebeldía.

¿Cómo analizás las consecuencias de la última dictadura militar en las organizaciones obreras?

Lo principal fue el descabezamiento del movimiento obrero argentino combativo, la pérdida de conquistas sociales, y la posibilidad de que avance la flexibilización laboral y aumente la explotación obrera. Pero se vislumbran nuevos dirigentes obreros combativos.

Respecto al cambio de gobierno, ¿cómo ves la posibilidad de continuar y/o profundizar el juzgamiento de responsables militares pero también civiles de la última dictadura?

Al día después del balotaje, el diario La Nación publicó una editorial muy poca perceptiva de lo que fue el proceso en general de los Derechos Humanos en la Argentina, resistencia que comienza durante la propia Dictadura. En este último período, el pueblo argentino obtuvo en esta materia conquistas importantes, quedando todavía importantes asignaturas pendientes. La editorial de La Nación que plantea la ‘no venganza’ no entiende que en realidad estos son procesos de justicia. Hay un hecho que es históricamente irreconciliable: no es posible reconciliarnos con quienes fueron los asesinos y torturadores de nuestro pueblo, estos tienen que cumplir su condena en la cárcel común. De este modo, en realidad, la bandera de los DDHH no pertenece a ningún gobierno ni partido, sino que es patrimonio del pueblo. 
Esperamos que este informe contribuya a la memoria, verdad y justicia. Esto pretende ser un aporte y una reparación histórica hacia uno de los sectores más castigados por la dictadura que fue la clase obrera argentina. Que avancen o no los procesos judiciales dependerá de las fuerzas de la clase obrera y los sectores populares en su conjunto para garantizar que esto continúe. Como siempre lo fue.

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